En las mentes de los jugadores
está siempre presente la máxima: "Ganar es el objetivo". Y nada más
lejos de la realidad; "ganar es una consecuencia del trabajo". No
existe un camino más corto y más seguro que el trabajo diario. Ganar un partido
también podría ser consecuencia de un mal partido del oponente, pero aunque así
fuera nunca se rendirían fácilmente. Recuerdo nítidamente leer comentarios en
WhatsApp sobre esta cuestión y escucharlos nuevamente en el punto de encuentro
antes de partir hacia el destino. Solo se hablaba de "ganar". Que si
solo son cinco, que no tienen buen equipo, que con seguridad ganaríamos este
partido. Incluso algunos comentaban cómo debíamos realizar los cambios. Bla,
bla, bla, .... "In eternus"
Lo cierto es que tuvimos cinco
minutos de juego brillantes en el tercer período que a punto estuvo de cambiar
el rumbo del partido. Cinco minutos de presión toda la pista dónde destacó las
ganas de querer cambiar las cosas y la actitud de los jugadores en pista. Zona
Press que sin ser excelente si conseguía su objetivo: provocar dudas al
contrario y que permitieron interceptar malos pases, perdidas por violaciones
reglamento (paso o doble) y sobretodo que les quitábamos la posesión del balón
sin que llegaran al tiro. Pero eso fue todo.
Los restantes 35 minutos de juego
fueron imprecisos llenos de errores y desaciertos. Desaciertos por todos los
lanzamientos cercanos sin defensor, que los hubo y muchos, pero no conseguíamos
convertir y que minaba nuestra moral por momentos. Y errores graves que
seguimos cometiendo y que de no reducirse serán nuestro principal caballo de
batalla. Errores del tipo: pasos en la recepción del pase o en la salida con
balón; recepción de balones a una mano con la consecuente descontrol y pérdida
la ventaja; pases de balón mal ejecutados (pases a los pies del compañero, poco
fuertes, bombeados, o utilizando canales y líneas de pase ocupadas), pérdidas
de balón por mal manejo del bote, o por progresar con bote entre varios
defensores con la imposibilidad de poder botar el balón y su posterior pérdida
sin poder llegar al tiro de campo.
A nivel táctico, las pocas veces
que conseguimos ejecutar un sistema con muchas dificultades por lo
anteriormente descrito, tuvimos algunas ventajas (buena selección de tiro, sin
defensor y solos ante canasta que pocas veces se convirtieron en canasta). Ni
los tiempos muertos, ni los cambios defensivos, ni los cambios de jugadores
consiguieron cambiar la dinámica del partido. Con el agravante de qué perdimos
por lesión del base Ferran Gargallo que en una jugada desgraciada y con falta
no señalada se lesiono y estará un mes de baja. Uno más de una larga lista que
pone las cosas muy difíciles. Lesiones, bajas por enfermedad, exámenes y otras
circunstancias que obligan a sacar lo mejor de todos en cada entrenamiento si
queremos que el trabajo realizado se materialice en éxito.
Y para terminar comentaros que me
preocupa profundamente que yo como entrenador no consiga mejorar al equipo en ningún
aspecto: técnico, tácticos, estratégicos o psicológicos. Y eso me produce una
gran tristeza por no poder ayudar al equipo. No consigo que el grupo luche por
unos objetivos comunes, o que la cohesión sea estable y duradera. Que la
disciplina deportiva en los entrenamientos haga que mejoremos en la forma de
trabajar. Y sin todos estos ingredientes no sé cómo podemos competir de igual a
igual contra los oponentes de la liga. Si no mejora nuestro trabajo, como
mejorará nuestro juego!
Para los entrenadores es muy
gratificante entrenar a un grupo de jóvenes jugadores y nuestro máximo objetivo
es ayudar al equipo a conseguir sus objetivos. Tenemos la certeza que podemos
lograrlo solo debemos creer en ello y trabajar muy duro.
Resultado: Cervelló [51]- [39] Molins
Entrenador: Joaquim Vilella